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Psicoanálisis Relacional

     «Entendido como el: "conjunto de desarrollos teóricos, técnicos y clínicos que vienen contribuyendo a la evolución de la psicoterapia psicoanalítica hacia una forma de psicoterapia que explica la dinámica intrapsíquica en su ámbito natural de origen y evolución: la intersubjetividad o la amplia trama de relaciones que constituyen y en la se despliega la subjetividad.

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     El núcleo conceptual del pensamiento relacional es que las personas están incluidas en una matriz relacional, la experiencia de las relaciones tempranas que constituyen y en la que se despliega la subjetividad.

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     El término "Psicoanálisis Relacional" es de uso relativamente reciente, Integra a una variedad de teorías psicoanalíticas que han evolucionado desde las ideas originales de Freud. Este abordaje contemporáneo, ecléctico y abierto ha crecido y se ha desarrollado principalmente en los EEUU durante los últimos 20 años y desde donde, actualmente, se expande mundialmente. Esta nueva perspectiva incluye aportaciones del Psicoanálisis interpersonal (H.S. Sullivan), de la Escuela Inglesa de las Relaciones de Objeto (W. R. Fairbaim), de la Self-Psychology (H. Kohut) y sus continuadores de teóricos considerados "independientes" (Winnicott, Balint), están también incluidas las perspectivas psicosociales psicoanalíticas latinoamericanas (Pichon Rivière, W. y M. Baranger), así como las recientes aportaciones contemporáneas: Grupo de Boston para el Estudio del Cambio psíquico (Stem, Lyons-Ruth, Tronick), Intersubjetivistas (Stolorow, Altwood, Orange), y Self-Psychology contemporánea (Lachmann, Lichtenberg, Morrison).

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     La obra que pone en marcha la reciente articulación de esta perspectiva es Las Relaciones de Objeto en la Teoría Psicoanalítica (1983), de Jay Greenberg y Stephen Mitchell, quienes plantean la problemática de integración de los dos distintos e incompatibles puntos de vista psicoanalíticos sobre la naturaleza humana. Por un lado estaría al teoría pulsional clásica que deriva de la tradición filosófica que considera a la persona en su individualidad y a las metas y deseos humanos como esencialmente personales e individuales. En contraste, la teoría relacional que mantiene la posición filosófica de que la persona es primordialmente social y que las satisfacciones humanas son realizables únicamente dentro del contexto social. Consecuentemente, desde la perspectiva relacional el centro de interés no está en la mente aislada (Stolorow y Atwood, 1992) como unidad de estudio, sino que está en la relación en sí misma, es decir, en la psicología de "dos personas".

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     En el modelo relacional, la clásica noción de conflicto se mantiene, pero éste es entendido dentro del conflicto de fidelidad hacia los padres, una idea atribuible a Fairbaim en su teoría de la relación de objetivo. Así, el conflicto no se localiza en la persona, sino que éste debe ser explorado tanto en su expresión intrapersonal como interpersonal.

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      Desde la perspectiva psicoanalítica relacional, la empatía es central en el proceso terapéutico. El analista privilegia la empatía sobre cualquier otro concepto para entender los modos de relación de su paciente. Considerando lo que sucede en el plano consciente, pero sobre todo la recreación inconsciente de las matrices relacionales que determinan tanto a analista como a paciente en la compleja relación que ambos experiencian. (...)"» (Velasco, 2009, p. 59).

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Sobre la transformación mutua en psicoterapia.

     «Por ti que cruzas mi puerta en la próxima sesión con tu necesidad propia de ser acogido y abrazado, a pesar de lo que yo pueda aportar que disminuya o dificulte mi compasión, me humillo y transformo. Frente a un dolor tan inmenso como el tuyo que pareces morir de tristeza delante de mí, me transformo de una manera para la que no tengo palabras. Frente a tu invitación  para no ignorar tu desesperación eligiendo los problemas más fáciles, yo me transformo. Frente a tu historia de violencia y abandono que me recuerda mi propia degradación pero también que compartimos una misma humanidad, yo me transformo. Frente al asesinato de tu alma cometido por tus padres que descargaron su odio y crueldad sobre ti, y que incluso ahora frustran todo mi deseo y capacidad de confortarte y protegerte, yo me siento humilde. Frente a tus necesidades y deseos, infantiles y adultos, de ser  amado y querido de forma inequívoca, y mis propias complejas necesidades de amar y querer así como de ser amado, me siento desafiado y me transformo. Como consecuencia de nuestra personal "participación en el sufrimiento del paciente” (Jaenicke), “nos transformaremos” (Händel).» (Orange, 2013, p. 43).

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